Esta entrada es continuación de la primera parte de la Ruta por Brujas y mar de norte (Especial familias)
Hoy si tenemos que dejar el equipaje en recepción ya que cambiamos de hotel. Como ya estábamos familiarizados con los mapas de los carriles bici, decidimos cambiar un poco la ruta, ya que nos recomiendan pasar de nuevo por Lissewege y nosotros decidimos improvisar para conocer nuevos caminos. Sin problemas.
La ruta es muy chula, con contrastes, vemos de lejos Blankenberge, vemos animalitos en algunas granjas aisladas que encontramos por el camino y antes de llegar a De Haan , nos sorprende ver a nuestra derecha un bosque donde vemos gente en bici, haciendo senderismo… y otras actividades.
Es conocido como “Duinbossen De Haan”, traducido sería algo así como “los bosques De Haan”, una de las perlas verdes en la costa que destaca por sus dunas arboladas con la flora y fauna típica de la zona.
Justo después vemos el “empalme 6” y el centro de De Haan y hacía allí nos dirigimos.
Nada más pasar la estación de tren nos damos cuenta de que entramos de nuevo en otra época, en la “Belle Epoque” de principios del siglo XX, es un placer recorrer este pueblecito lugar por el que han pasado famosos visitantes tanto de la realeza, como escritores, pintores…, siendo uno de los más distinguidos Albert Einstein.
Paramos justo en frente de la estación de tren que es una cucada, para tomar algo mientras abrían la oficina de turismo. Justo en frente de la estación de tren se encuentra el Gran Hotel Belle Vue, una preciosidad que no pasa desapercibida tampoco. En este hotel Albert Einstein solía ir a menudo a tomarse una taza de té.
Luego con el plano, las indicaciones dadas y las bicicletas fuimos a ver el paseo de la playa, que recordaba a Blankenberge, pero en pequeñito. Seguimos con las bicicletas y fuimos a la calle Shakespearelaan, para ver la Villa Savoyarde, residencia de Albert Einstein durante su estancia en De Haan, (del 29 de marzo al 9 de septiembre 1933), después se exilió y huyo de los nazis renunciando a su nacionalidad alemana y dimitiendo de la Academia de las Ciencias. Al ver la puerta de entrada me viene a la cabeza una de sus frases que escribió a su hijo Eduardo en 1930:
“La vida es como montar en bicicleta. Si quieres mantener el equilibrio, tienes que seguir avanzando”
… y eso hicimos… tras rodear un enorme parque circular fuimos a la calle Normadielaan donde se encuentran las mejores muestras de las impresionantes casas de la “Belle Epoque”. Justo al final hay como una pequeña plaza donde se encuentra sentado Albert Einstein. Nos sentamos con él para ver que le llama tanto la atención.
Tras hacer algunas fotos nos dirigimos a la enorme plaza que hay entre la playa y la estación de tren, en el centro hay un restaurante (La Potiniere), columpios y un motón de vehículos sin motor disponibles para los niños. Decidimos comer allí, así luego Yaiza podía jugar un buen rato.
Tras café y heladito, nos pusimos de nuevo en marcha dirección a Oostende, para ello volvemos al carril bici dirección al “empalme” 5, y en pocos km estamos en Bredene, nos metemos hacía el interior un poco, pero al poco tiempo vemos la carretera de la costa, junto a las vías del tren. Las cruzamos con precaución y enseguida vemos que tenemos que cruzar, subiendo una duna. La subida es corta, 12% y la bajada, 19%, al tener arena hay que tener cuidado. Nada más bajar la cuesta, un bar!. Saben perfectamente donde colocar uno. Era un sitio perfecto para tomar un refrigerio y disfrutar de las vistas mientras la peque jugaba con la arena y las conchas.
Tras la parada técnica nos pusimos en marcha. Ahora vamos por un paseo que va entre las dunas y la playa y que tendrá unos dos km de longitud. Pasamos por los bunkers del Fuerte de Napoleón y vemos como el faro blanco y azul que empezamos a ver en Bredene se va haciendo más grande…, ya estamos cerca. Giramos a la derecha para cruzar sobre la esclusa y un poco más adelante vemos la parada del transbordador. Es gratuito y se evita hacer km extras, además de que es otra experiencia más para la peque. Tuvimos que esperar un rato y cuando llego el transbordador subimos todos y disfrutamos del paseo.
Nada más cruzar, vemos el (Noordzeeaquiarium), el acuario del Mar del Norte y encontramos sin problemas nuestro carril bici. Nos dirigimos hacia la derecha, dirección al mar, vemos una enorme plaza (Zeehelden Plein) donde nos sorprenden unas gigantescas esculturas de color anaranjado “Rock Strangers”, es justo al principio del paseo, y vemos un ambientazo increíble, ya que justo aquí se esta preparando un gran evento para el fin de semana, están preparando un escenario, casetas…. El paseo es muy largo, ancho y de nuevo, bicicletas y otros vehículos sin motor conviven sin problemas con los miles de turistas, ¡me encanta!. Sólo faltan un par de km para llegar a nuestro hotel. Continuamos por el paseo, pasamos por delante del Casino y un poco mas adelante vemos la estatua del Rey Leopoldo II a caballo, debemos pasar por la puerta en forma de arco para rodear el hotel y entrar por la puerta de atrás, donde tienen el garaje para las bicicletas. El Hotel Thermae Palace está en primera línea del paseo y de la playa, es enorme y antiguo, de la época, pero tiene un encanto especial y el acceso es muy bueno.
Llegamos con el tiempo justo de ducharnos y bajar a cenar. Cuando terminamos salimos fuera al paseo donde oímos de nuevo… ¡música!, esta vez no era música clásica,… vemos un edificio cercano con muchas luces… nos acercamos. Es un hipódromo (Wellington) donde ha habido algún tipo de celebración y ahora había un concierto al aire libre gratuito. Había un buen ambiente, así que nos unimos a la fiesta. Tomamos una copa y bailamos un rato ¡Estuvo genial!
Una hora más tarde nos retiramos ya que al día siguiente había que continuar y hoy el día había sido completito, Yaiza estaba destrozada, pero por ella hubiera seguido… ¡Tienen unas pilas!
La etapa de hoy en bicicleta es muy tranquila y corta. Salimos del hotel y vamos hacía la derecha por el paseo dirección a Zeeheldenplein y una vez allí cogemos nuestro carril bici, pasamos por la estación de tren, que ya habíamos visto el primer día, también vimos la bonita iglesia de San Pedro y San Pablo y un poco más adelante vemos el Mercator, un barco de entrenamiento militar que esta atracado en Oostende y se puede visitar.
Nuestra ruta nos lleva al Parque Maria Hendrika a unos cuatro km de nuestro hotel. Nos encantó y como no era tarde decidimos hacer la ruta y venir a hacer una comida picnic a este parque, el carril circula por camino de grava.
La ruta es muy tranquila, hicimos una parada en un curioso bar, que era realmente un hotel para moteros, nos encantó, así que paramos a tomar algo.
Luego seguimos por caminos secundarios muchos de ellos a lo largo de los canales. Pasamos por pequeños pueblos como Zandvoorde.
A la vuelta, antes de llegar al parque de Maria Hendrika nos compramos unos bocadillos, unas bebidas frías y nos fuimos al parque infantil donde comimos y luego Yaiza jugó. Justo enfrente había una entrada curiosa y un cartel con dibujos de árboles con caras, parecía un bosque encantado y Yaiza y yo fuimos a investigar.
Al principio impone, ya que es un bosque muy tupido, es realmente para escenificar un cuento, ¡una pasada!, tiene árboles con caras, juegos hechos con árboles y madera, tipis hechas de grandes ramas… así que me metí en mi papel y empezamos… “Erase una vez, en un bosque encantado, donde los árboles…” ¡Lo pasamos pipa! Recorrimos todo una y otra vez hasta que conseguimos verlo todo.
Después fuimos a recorrer el enorme parque con la bici, tenía varia zonas de juegos, varios estanques, nos cruzamos con un pequeño tren turístico y a lo lejos y vimos una zona con camas hinchables y juegos, como un parque de bolas gigante y al aire libre, donde tomando algo y pagando una pequeña cantidad los más pequeños podían disfrutar de las instalaciones. Es un sitio ideal.
A una hora prudencial decidimos volver al hotel y de camino hacer una parada en Oostende, aparcamos las bicicletas en la parte antigua para dar una vuelta y tomar algo. Después como siempre al hotel para refrescarnos e ir a cenar.
Por la noche después de cenar hicimos sobremesa con los padres de Leda, que estaban haciendo la misma ruta que nosotros y mientras conversábamos las niñas se iban al rincón de los niños donde tenían de todo para entretenerse, juegos, cocinita…
Hoy salimos del hotel hacia la izquierda y seguimos por el paseo que es muy largo, a lo lejos vemos el aeropuerto de la ciudad y tras hacer unos cuatro km vamos hacia el interior a nuestra izquierda dirección Leffinge.
Pasamos y vemos el cartel que señala la entrada al Atlantic Wall, (Muro del Atlantico), que originalmente se extendía desde Noruega hasta la frontera franco-española y tenía una longitud de 5.300 kilometros. Este museo al aire libre, es un lugar histórico único, donde encontramos alrededor de sesenta construcciones alemanas de las dos guerras mundiales, (trincheras, bunkers subterráneos y restos de las baterías costeras alemanas; Aachen (construido en 1915, IGM) y Saltzwedel neu (desde 1941, IIGM), puntos de observación, artillería antiaérea y otros edificios que servían de defensa. de armas, siendo de las mejores conservadass de la costa atlántica. El ambiente que se respira es sin duda el del «día más largo». Para realizar la visita se necesitan al menos un par de horas y ganas de andar.
Continuamos nuestra ruta hasta Nieuwpoort importante pueblo de pescadores, desde lejos ya divisamos el Monumento al Rey Alberto I, estructura circular de 30 metros de diámetro y veinte columnas. Data de 1938 y fue construido por iniciativa y apoyo de los veteranos de guerra de la I Guerra Mundial. Se sitúo a orillas del Ijzer por la gran importancia que tuvo este río durante la guerra.
Cruzamos un puente para pasar por encima del río Ijzer y por un par de canales más. Continuamos por el carril bici y vemos una moderna parada de tranvía. Justo delante hay una plaza enorme con banderas y con unos chorros de agua que salen cada cierto tiempo del suelo que sirve para refrescarse, cosa que hacemos. Volvemos a coger las bicicletas y tenemos que pasar por un par de puentes más.
Pasamos por el Mercado del Pescado y seguimos las indicaciones que nos llevan directamente a un enorme paseo a orillas del río que va en dirección al mar. En cuanto vemos la parada del transbordador paramos a esperar nuestro turno para cruzar el río. El servicio es gratuito.
La verdad es que el servicio de transbordadores es genial, ya que te da múltiples opciones para organizar tus paseos tanto a pie como en bicicleta. Da gusto ver los paseos, los barcos… lleno de personas y de bicicletas. La sensación es que tienen exactamente los mismos derechos. Nosotros desde que empezamos a hacer viajes en bicicleta con la peque, el hecho de llevar carrito, silla… y todo lo demás, puede agobiar, pero la verdad es que siempre que hemos subido a un medio de transporte siempre nos han ayudado, ya que en más de una ocasión hemos tenido dificultades para subir el “tráiler”, ya que a veces es muy ancho, hay que desmontarlo…. Pero jamás te ponen mala cara, te echan un cable y te dicen donde colocarte.
Ya al otro lado del río continuamos con las indicaciones dirección a Lombardsijde. Se respira el ambiente militar y la importancia que tuvo en la IGM. Al llegar a Lombardsijde seguimos los carteles que nos llevan a cruzar la carretera de la costa para coger el paseo marítimo que nos lleva directamente a la puerta del hotel, quedan 12 km.
A nuestra izquierda el mar y a la derecha vemos los bunkers de artillería (Atlantic Wall) por el lado de la costa. A lo largo de este paseo disfrutamos de las maravillosas vistas del Mar del Norte, mañana ya partimos hacia Brujas, nuestra última etapa. Paramos a tomarnos algo, mientras Yaiza jugaba con la arena y un tobogán (acceso a la playa para los más peques).
Llegamos al hotel, duchita, cena, sobremesa y luego dimos un paseo por la playa con nuestros amigos los italianos. Leda y Yaiza iban buscando conchas, hacía una noche estupenda.
Hoy toca lluvia. Podemos coger el tren hasta Brujas, pero decidimos hacer el trayecto en bicicleta para ello nos ponemos el traje de agua y a Yaiza la metemos en el carrito, aunque nos cuesta convencerla ya este año por primera vez, prefiere la sillita al carro, ya se va haciendo mayor…las sensaciones…!!!!
Al salir del hotel nos dirigimos a la derecha en dirección a la Zeehelden Plein, vemos las “extrañas rocas” (Rock Strangers), y todo el tinglado que está montada para las fiestas. Esperemos que el tiempo se aclare.
La vuelta a Brujas no es por el mismo camino que cuando vinimos, en este caso es toda la ruta por el interior. El paisaje es bonito, bucólico con encanto debido a la lluvía. Pasamos por pequeños y acogedores pueblos como Bradene, por zonas boscosa y también de forma alternativa por el canal que va directamente de Brujas a Oostende.
Si sigues directamente el canal, sin salirte, según las indicaciones puedes llegar a Brujas ahorrando varios kilómetros. Nosotros continuamos con las indicaciones, llovía pero no era demasiado molesto, pero lo hicimos todo de un tirón ya que no apetecía pararse, además Yaiza se estaba metiendo una buena siesta matutina.
Llegamos y comimos en el hotel. Por la tarde estuvimos organizando las maletas, poniendo en el fondo el equipo ciclista y poniendo más a mano la indumentaria del turista de a pie. Como hacía mala tarde estuvimos en el hotel con la familia italiana comentando las aventuras vividas con la bicicleta. La etapa cicloturística de este viaje se había acabado. A pensar en la siguiente.
Brujas es la capital de la región de Flandes Occidental y su centro histórico Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 2000 por ser una de las ciudades medievales más bellas del mundo. Realmente es un museo al aire libre.
Habíamos reservado un hotel céntrico en Brujas, ya que el día anterior habíamos aparcado las bicicletas y hoy queríamos disfrutar de la ciudad a pie.
Llegamos pronto, pero la habitación no nos la daban hasta las dos, así que dejamos el equipaje en consigna y fuimos a descubrir Brujas. Hacia un día estupendo.
Estamos muy cerca del Concertgebouw, un importante centro de convenciones, justo debajo hay una oficina de turismo y al lado una gran plaza, ‘T Zand con su fuente y sus cuatro esculturas, una de ella dedicada a los ciclistas.
Subimos por una de las calles que nos lleva directamente a la plaza Mayor, (Grote Markt) o del mercado , allí disfrutamos de los bellos edificios, donde destacan:
Belfort (Belfry o Campanario). La torre principal de Brujas con 83 metros de altura, alberga un tesoro, un impresionante mecanismo de reloj y un carillón con 47 campanas melodiosas. Si te animas a subir, las vistas de Brujas son impresionantes.
Palacio Provincial, que destaca por su fachada blanca, justo a su derecha se encuentra otro edificio que alberga la oficina de turismo y el “Historium”, que a través de varias salas, cada uno ambientada en un escenario histórico de la ciudad, transmite al visitante la experiencia de sentir como se vivía en Brujas a finales de la Edad Media.
Continuamos por la calle Breldelstrasse, que comunica con la segunda plaza más importante de Brujas, la plaza Burg,donde destacan:
La Basilica de la Santa Sangre (Heilig Bloed) de estilo gótico, construida sobre una iglesia románica del siglo XII, alberga la reliquia de la Santa Sangre de Jesucristo. La fachada es preciosa.
El Ayuntamiento (1376) del siglo XIV, con una espectacular fachada de estilo gótico flamígero que no debes perderte.
Seguimos callejeando y decidimos comer en un restaurante de la plaza Burg. Repetimos con los mejillones, a la peque le vuelven loca, además de las preciosas vistas el ambiente estaba muy animado, ya que se estaba celebrando una boda en el ayuntamiento y empezaron a aparecer coches antiguos, limousinas tipo hammer, los novios, invitados… estuvo entretenido.
Volvemos al hotel para subir las maletas, refrescarnos y volver al centro a coger un citytour. Es un minibus que dura 50 minutos y tiene audioguía en castellano. Con ello nos llevamos una visión general de la ciudad, ya que pasamos por los edificios y lugares más representativos de Brujas, así como por los numerosos canales de esta ciudad, las verdaderas arterías de Brujas.
El minibus pasa por el centro de encajes (Kantcentrum), que se encuentra ubicado en un complejo del siglo XV, que incluye entre otras las Casas de Cáridad históricas y la Capilla de Jerusalén constuidas gracias a la familia Adornes, una familia de comerciantes italianos.
Volvemos a ver las murallas y los molinos de viento que adornaban los limites de las murallas en el siglo XIII. Actualmente hay cuatro y destaca el molino Sint-Janshuis (1770) que es el único que se mantiene en su lugar de origen y junto al molino Koelewei, aún muele el grano.
Tras la visita nos vamos a la famosa cervecería Little Venecia (Klein Venetie), en la orilla del canal Dijver y junto al Rozenhoedkaai (Muelle del Rosario), que tiene una terraza con unas vistas impresionantes del canal. Justo al lado hay una plataforma con altavoces, un escenarios y poco a poco vemos como nos van quitando las vistas, la gente empieza a coger posiciones a orillas del canal, pasa gente disfrazada de época…
Se esta celebrando el Reiefeesten Brugges (Festival de los canales) que tienen lugar los fines de semana del mes de agosto, cada tres años y rememoran la época medieval a través de diez escenas diferentes que tienen lugar en diferentes emplazamientos de la ciudad, actuaciones, canales iluminados, rememorando dicha época. Disfrutamos de lo lindo. En cuanto empieza a oscurecer vemos la primera escena, desde aquí se ve el Campanario y el canal… ¡Sin palabras!
Disfrutamos de lo lindo, sobre las 12 de la noches regresamos al hotel para ver algunos de las escenas.
Al día siguiente antes de ir a Bruselas, teníamos tiempo para realizar otras visitas como hacer el paseo en barco por los canales o ver uno de sus famosos parques, Minnewater o lago del amor donde podréis ver cisnes, otro de los símbolos de está romántica ciudad.
La verdad es que esta ciudad al igual que Gante, da para más de un día… y dos.
Tras aprovechar un poco la mañana en Brujas, cogemos el tren para ir a Bruselas. El hotel está un poco a las afueras, pero muy bien comunicado con el centro. Tenemos parada de metro a unos cinco minutos andando desde el hotel. Es una zona de negocios, con lo cuál el ambiente es nulo, además hoy llueve con ganas. El recibimiento a esta ciudad resulta melancólico.
Por la tarde cogemos el tranvía para ir al centro comemos cerca de la Plaza de la Bolsa, donde se ubica uno de los edificios emblemáticos de la ciudad «La Bolsa», de estilo neoclásico. Justo detrás se encuentra la Grand Place, nos acercamos para dar pequeña vuelta y tener una primera toma de contacto, picamos algo y nos volvemos al hotel. Empieza a diluviar.
Hoy nos hemos levantado a las 10.30, ¡lo necesitamos!
Desayunamos y tras prepararnos nos vamos dando un paseo hasta el Jardin Botánico, un parque público que tiene tres niveles. El inferior, de estilo inglés, tiene un estanque rodeado de bonitas plantas y flores, en el medio es de estilo italiano, con sus parterres y sus flores y la superior de estilo francés. También vemos un gran edificio donde se realizan diversas exposiciones. Nos pareció el sitio perfecto para hacer un pequeño picnic.
Tras dar una vuelta por el parque con la peque nos acercamos por el museo del Comic, pero nos quedamos por el hall, decidimos ir al museo del juguete. Este museo como poco es curioso y no es barato cuesta 5,50 €, pero valió la pena.
La primera impresión, no es muy agradable. Se ve descuidado, pero poco a poco te vas adentrando en otra época, los juguetes datan desde mediados del siglo XIX, un paraíso para niños… y adultos. El edificio de principios del siglo XX tiene tres pisos y la verdad es que estuvimos un par de horas pasándolo pipa. Yaiza alucinó y nosotros también.
Tras nuestro paseo fuimos caminando hasta la Catedral de Bruselas o Catedral de San Miguel y Santa Gúdula, uno de los edificios emblemáticos de Bruselas. En de estilo gótico, y data de principios del siglo XIII sobre una construcción románica del Siglo XI y no se terminó hasta dos siglos después. Cuándo subimos las escaleras, vimos que salía mucha gente, se había celebrado un concierto, pero cuando entramos oímos música, había un pequeño grupo ensayando, la acústica es genial. Impresiona su órgano y sus preciosas vidrieras.
La catedral tiene que cerrar y nosotros continuamos con nuestro largo paseo dirección a las famosas Galerias Saint Hurbert, diseñadas en 1847, fueron las primeras galerías comerciales de Europa y, todavía hoy siguen siendo muy elegantes, aunque al ser domingo las tiendas están cerradas, pero hay ambiente ya que las chocolaterias y los bares están abiertos.
Las galerías están divididas en tres partes en la Galería de la Reina, la Galería del Rey y la Galería de los Príncipes y están divididas por la calle des Bouchers, muy céntrica y conocida por albergar muchísimos restaurantes. En una de sus calles perpendiculares se encuentra la famosa Jeanneke Pis, la réplica femenina, del habitante más famoso de Bruselas, el Manneken Pis.
Esta estatuilla, mucho menos conocida que su hermano Manneken Pis, fue un regalo del Sr. Denis Adrien Debouvry que quiso hacer un regalo especial a la ciudad relacionado con su cultura. Así nació Jeanneke Pis, la hermana pequeña de Manneken Pis que fue inaugurada en 1987. Aunque se encuentra más escondida y tras una rejas, una buena referencia es el café Delirium, (el elefante rosa), que se encuentra en frente. Como no podía ser de otra manera aprovechamos para tomarnos una cerveza, en el famoso café que es conocido por tener el record Guiness en 2003 por superar la cantidad de 2000 tipos de cervezas, aunque actualmente están pendientes de que se les reconozca un nuevo record, ya que actualmente cuenta con 3162. Vale la pena entrar, no sólo para tomarte su cerveza más conocida el “Delirium Tremens” con 8,5º, sino por el local, su decoración y su magnífico ambiente.
Tras la cerveza nos fuimos a cenar y a dar un paseo por la Grand Place, no se puede perder uno la iluminación que ofrece la plaza al anochecer. Después de disfrutar del ambiente nos cogemos el tren para ir a casa, un día intenso.
Hoy nos vamos a la zona del Atomium, que representa un átomo de hierro ampliado 165.000 millones de veces y formó parte de la Exposición Universal de Bruselas de 1958 y actualmente es el símbolo de la ciudad.
Bajamos del tren en una parada anterior, para ir acercándonos por el paseo que lleva directamente al símbolo de esta ciudad. Comemos en un parque con un lago y patitos.
Había bastante cola para subir y decidimos ir al Brupark, que está al lado, es una zona de ocio con un parque acuático, cines y una gran variedad de restaurantes. Cuenta también con un parque infantil y un castillo hinchable gratuito para los peques.
También allí esta el Mini Europe que tiene unas 350 maquetas de diferentes edificios emblemáticos de Europa y decidimos entrar. Algunos edificios están más conseguidos que otros, pero está entretenido, Yaiza se lo pasó en grande.
Sobre las seis regresamos a Bruselas a dar una ultima vuelta, comprar chocolate, ver al más famoso personaje de la ciudad el Manneken Pis que data del siglo XV. A veces está vestido, pero sino es así puedes acercarte al museo de la ciudad donde tiene más de 600 trajes típicos que diferentes presidentes del gobierno le han ido regalando. Una vez más cenamos en el centro y como no darnos una vuelta nocturna por la ciudad, mañana regresamos a casa a primera hora. Vuelta a la realidad y a pensar en cuál será nuestra ruta el año que viene.
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