CÓMO UN CARRIL DE BICICLETAS DE 11 KM SUPUSO UNA TRANSFORMACIÓN MASIVA EN ESTA CIUDAD DEL SUR DE ESTADOS UNIDOS.

Ciclista en Memphis

Memphis tenía problemas

A principios de la década de 2000, la ciudad estaba en la cima o cerca de los principales índices negativos de la vida urbana: obesidad, delitos violentos, pobreza y educación deficiente. Todos esos aspectos negativos significaron que era casi imposible reclutar empleados y empresas para la ciudad. Y para colmo, una revista nombró a Memphis como una de las peores ciudades para el ciclismo del país en 2008 y 2010.

Los líderes de la ciudad y del condado sabían que tenían que hacer algo para cambiar el destino de la ciudad, pero ¿qué? Necesitaban mucho: mejorar la salud pública, arreglar barrios deteriorados, ayudar a los residentes de bajos ingresos con necesidades básicas, etc.

Cuando un grupo de ciudadanos planteó por primera vez en 2001 la idea de construir un carril bici de 16 kilometros llamado Greenline, fue anulado en una votación casi unánime. El gobierno local lo consideró un uso frívolo del dinero de los contribuyentes.

Pero con ese voto, se encendió una chispa. A.C. Wharton revivió el impulso para construir Greenline cuando se convirtió en alcalde del condado de Shelby que rodeaba Memphis en 2002. Vio a Greenline y a toda la infraestructura para bicicletas y peatones como un medio para combatir la imagen que convertía a Memphis en una de las ciudades menos saludables y “gordas” de los Estados Unidos.

Para Wharton, construir Greenline fue un acto de equilibrio. Para obtener apoyo para el proyecto, necesitaba presentarlo como un beneficio para la mayoría de las familias afroamericanas de bajos ingresos, no simplemente como un regalo para los blancos ricos. Así que promocionó el proyecto como un lugar para que los niños jueguen, de forma gratuita, donde puedan salir y correr. “En este momento, una gran cantidad de nuestros niños padece EPOC [enfermedad pulmonar] y asma”, dijo Wharton, “y podemos hacer algo para curarles sin necesidad de tomar una pastilla todos los días”. Finalmente, el comisionado del condado estuvo de acuerdo: lo intentarían. La medida se aprobó y Greenline se abrió en 2010.

Mientras los ciclistas aplaudieron la apertura de Greenline, su éxito fue una sorpresa para muchos. “La gente pensaba que iba a ser un desastre”, dice Nicholas Oyler, gerente del programa de ciclovías y peatones de la ciudad. A los ciudadanos les preocupaba que traería el crimen a sus puertas o que sería un desperdicio de los recursos limitados del condado.

Cruce del río en Memphis

Pero sacó a la gente de sus hogares y la llevó a la comunidad. En un día cualquiera, se podía encontrar una amplia franja de la población en el camino: ciclistas que montan en grupo; otros que pedalean para trabajar; mamás empujando cochecitos; escolares montando scooters.

Inicialmente, el carril tenía solo 11 kilómetros de largo, pero con adiciones posteriores, ha crecido seis kilómetros más y ahora llega a uno de los parques más grandes de Memphis proporcionando un escape de los suburbios en expansión.

El efecto dominó

Si bien el Greenline sería una bendición para los residentes, construirlo no fue el único obstáculo para hacer que Memphis fuera amigable con las bicicletas. Aproximadamente cuatro meses antes de su apertura, los planes para mejorar la infraestructura de ciclismo casi descarrilaron. La ciudad había solicitado fondos federales para agregar 80 kilómetros de carriles para bicicletas. Pero un día, un ingeniero de la ciudad le dijo a un compañero de trabajo que no estaba planeando utilizar nada del dinero. Su excusa fue que la ciudad no tenía un coordinador capaz de diseñar las líneas estratégicas del proyecto.

Cuando se corrió la voz de que esos fondos se estaban desperdiciando, los ciclistas políticamente conscientes de Memphis se movilizaron. El defensor del ciclismo Anthony Siracusa y el director de Revolutions Bike Co-Op, Kyle Wagenschutz, se pusieron en contacto con los minoristas del área y les pidieron a todos los ciclistas que pudieran unirse a ellos que se manifestasen delante del ayuntamiento.

Escaparate de tienda de bicis en Memphis

No se daban las mejores condiciones. Era mediados de julio y el día era devastadoramente cálido y húmedo. Pero la comunidad ciclista de la ciudad cumplió: casi 125 corredores se presentaron. Pedalearon ocho kilómetros, empapados de sudor y, cuando llegaron, recibieron una recepción que no esperaban.

El alcalde Wharton quería hablar. Mientras su personal sacaba botellas de agua helada, les prometió a los ciclistas reunidos que comenzaría de inmediato la construcción los carriles-bici. Y mantuvo su palabra: al día siguiente, los trabajadores estaban en las carreteras, construyendo los primeros carriles para bicicletas. Una semana después, el ingeniero que había planeado no usar esos fondos renunció.

Greenline y los carriles para bicicletas completados solidificaron el compromiso de la ciudad con las bicicletas. La gente comenzó a comprar casas debido a su proximidad a la Línea Verde, aumentando el valor de las propiedades. Incluso estimuló mejoras en barrios de bajos ingresos a lo largo del camino, como un edificio de apartamentos en el extremo oeste del carril llamado Tillman Crossing. Cuando se abrió la Línea Verde, el edificio estaba tapiado y el estacionamiento repleto de vidrios rotos. A partir de entonces, los apartamentos fueron renovados, el letrero reparado y las paredes pintadas.

Incluso con la primera ola de nuevos carriles de Memphis, los ciclistas todavía luchaban por desplegarse en toda la comunidad. Sarah Newstok, gerente del programa del consejo de desarrollo comunitario Livable Memphis (ahora BLDG Memphis), sabía a dónde ir después: Broad Avenue. La calle estaba a pocas manzanas al norte del extremo oeste del camino. Un carril podría brindar a los ciclistas una ruta segura al Parque Overton de la ciudad, al tiempo que proporciona un impulso a los negocios del barrio con problemas.

Programa para compartir bicicletas en Memphis

Livable Memphis estaba decidido a hacerlo realidad. La organización reclutó a Pat Brown, copropietaria de la galería de arte local T. Clifton Art, para ayudar con el proyecto denominado “Una nueva cara para un viejo barrio”. Brown había trasladado su galería al vecindario en 2008 para obtener más espacio y se dio cuenta de que el negocio de proximidad era mínimo.

En noviembre de 2010, con la ayuda de Livable Memphis, Brown y otras personas del vecindario limpiaron los escombros de las tiendas cerradas, pintaron, instalaron tendido eléctrico y encontraron personas emprendedoras dispuestas a abrir tiendas y restaurantes. Pintaron murales en escaparates deteriorados y, en la noche antes del festival de fin de semana, los voluntarios pintaron un carril bici a cada lado de la calle principal. Un ingeniero de la ciudad incluso llegó con una cinta métrica para confirmar que el ancho era correcto. “Queríamos demostrar que podíamos transformar la calle, reducir el tráfico y promover el uso de la bicicleta”, dice Brown. Y funcionó: en los siguientes meses, la galería experimentó un aumento de las visitas de proximidad. “Comenzamos a hacer que la gente se detuviera y preguntara cuánto tiempo llevábamos allí. Nunca se habían percatado de los negocios a lo largo de la calle porque conducían demasiado rápido para verlos”.

Al día de hoy, ese carril bici casero todavía sigue allí. Y lo que es más importante, todas las tiendas siguen abiertas. Hay una cervecería artesanal galardonada y se ha propuesto la construcción de un edificio de apartamentos de 400 unidades por 45 millones de euros.

Ese éxito no pasó desapercibido. En 2012, la ciudad formalizó el modelo de Broad Avenue en un programa llamado MEMFix, que utiliza festivales de fin de semana con música, comida y tiendas pop-up a los que se llega por carriles bici temporales para atraer a la gente a los barrios deprimidos de toda la ciudad.

Y ahora, ¿qué?

Para Hal Mabray, el dueño de la tienda de bicicletas Peddler, cerca de la Universidad de Memphis, el cambio en la actitud de la ciudad hacia las bicicletas en los últimos años ha sido más que evidente.

“El año en que abrió Greenline, mi negocio se duplicó”, dice Mabray. Su tienda está a menos de 1,5 kilómetros del camino y las mayores ganancias han sido en híbridos y bicicletas eléctricas.

Broad avenue en Menphis con su carril bici

Expandir la Línea Verde y sus accesos es un proyecto en curso. Actualmente, una ampliación en el extremo este del carril está aumentando la longitud a 20 kilómetros, adentrándose en el barrio de Córdoba, con 61.000 nuevas personas.

Pero las mejoras no se han parado en los carriles bici. En 2016, el Big River Crossing de kilómetro y medio de longitud se abrió como el puente de bicicleta activo más largo del país, donde los ciclistas y peatones pueden cruzar el río Mississippi hacia West Memphis, Arkansas.

La ciudad también lanzó este año un servicio de bicicletas compartidas llamado Explore. Sus 50 estaciones se concentran tanto en la ciudad como en áreas menos favorecidad, lo que hace que el transporte sea más accesible para los residentes de bajos ingresos.

Para los políticos, los carriles bici son un medio para un fin más amplio. Pero al invertir en ciclismo, Memphis se ha transformado, convirtiéndose en una ciudad más acogedora para todos. Ese cambio ahora sustenta una gran cantidad de desarrollo en la ciudad: nuevas viviendas, negocios y empleos. Memphis ya no es una ciudad en decadencia. Es una ciudad que, de carril en carril, está siendo salvado por las bicicletas.